Utopía
Eduardo Ibarra Aguirre
La demanda de la dirigencia del Partido Acción Nacional para que el gobierno de la Cuarta Transformación retome la colaboración con la Administración de Control de Drogas (DEA, en inglés) en los términos en que la desenvolvieron Vicente Fox y Felipe Calderón durante la docena trágica (2000-12), tiene la virtud de actualizar preguntas que esperan respuestas de autoridades estadunidenses.
Lo novedoso es que se plantearon en Palacio Nacional y lo hizo el presidente Andrés Manuel el lunes 13, así: ¿Cómo confiar en la DEA? ¿Lo han hecho muy bien? ¿Cómo no se dieron cuenta de lo de García Luna tanto tiempo? Ojalá y antes de que García Luna pueda convertirse en testigo protegido, digan qué sabían de él y de sus jefes. ¿Por qué se han quedado callados?
No faltó la referencia a la destitución Nicholas Palmeri, director de la DEA en México, por sus vínculos con abogados de narcotraficantes. “¿Qué pasó? ¿Por qué no nos informan?” Preguntó López Obrador, la remoción ocurrió hace un año y trascendió hasta enero pasado.
Por lo visto la dirigencia panista extraña el atrabiliario trato de las agencias gringas a Fox y Calderón, tiempos en que la Secretaría de Marina “era dirigida por la DEA”, de acuerdo con Obrador, cuando los agentes “se metían hasta la cocina” de la nación.
En el discurso predominante al sur del Bravo, no existen estructuras criminales, todo opera desde territorio mexicano donde perversos capos, lugartenientes y expendedores seducen a consumidores y abastecen el mercado más extenso, adicto y solvente del mundo. De allí la pertinencia de las expresiones de AMLO:
“Es como si llegara la droga en submarinos, ¿no? Ahora que están de moda los globos, bajan, ¿no?, toneladas de droga a Estados Unidos con marcianos. Allá, como está todo tan avanzado, se pide por internet y se surte, y es una red invisible. ¿Allá no hay narcotraficantes? ¿Cómo le llega al joven la droga? ¿Quién le vende? ¿O es nada más acá? Y de eso no hablan, Allá es como El castillo de la pureza”.
Baste mencionar el contrabando realizado por la oficina de Control de Armas, Tabaco y Armas de Fuego, con el pretexto de rastrear las rutas de aprovisionamiento de fusiles de asalto por parte del Cártel de Sinaloa. Entre 2009 y 2011, la DEA ayudó a la misma organización delictiva y La Familia Michoacana a lavar millones de dólares e incluso les cobró una comisión por dichas operaciones ilícitas (The New York Times, XII-12). Esa misma oficina facilitó operaciones de compra de siete toneladas de cocaína en EU. El pretexto fue semejante que el del contrabando de armas, con tales actos obtendría información para desmantelar al grupo criminal. En 2020, Roberta Jacobson, exembajadora de EU en México, declaró que Calderón y Washington tenían información acerca de las actividades delictivas de Genaro García, pero los gobiernos mantuvieron una estrecha colaboración en una guerra contra las drogas que produjo cientos de miles de muertes, heridos, desapariciones y desplazados en nuestro país. Y no redujo el tráfico de estupefacientes a EU y se multiplicaron las bandas mexicanas.
Por lo anterior y más fue pertinente que el gobierno de la 4T diera por terminada en abril de 2022 la colaboración entre la DEA y una unidad de investigación de México. Todo lo contrario a la propuesta del PAN y Marko Cortés, a contrapelo de Calderón quien desde Madrid dictó una cátedra de doctorado en cinismo: “En lo personal, tengo muchas dudas del veredicto” contra García Luna.
Acuse de recibo
“Estimado Eduardo: Me apena lo que escribiste de (Marcos Leonel) Posadas y (Raúl) Jardón; son facetas de las personas muy negativas. Por lo visto, nunca te dieron respuesta ni explicación de esa conducta. El asunto es que ya no lo podrán hacer pues están muertos. Como dicen, ‘lo hecho, hecho está’ y ‘ya ni llorar es bueno’. Prefiero quedarme con los buenos recuerdos y dejar de lado lo feo, por salud mental. Saludos y abrazo. Elba Pérez Villalba”… La respuesta que recibí, no pedida, fue de Pablo Gómez, comisario de la dirigencia del PCM en Oposición: “Ibarra, no te vamos a apoyar”. Es decir, la censura sigue, como siguió hasta el último de mis envíos desde Moscú… La mañanera del 10 y Manú Dornbierer: “1. El presidente López Obrador publicó información de periodistas en su contra. En lo personal estuve por años atacando al PRI y luego al PRIAN y ganaba bien: 500 pesos por artículo. Llegué a tener más de 80 diarios que me publicaban los sábados. Me mantuve con mi trabajo, aunque tenía buena vida por la herencia de mis padres. Hoy de 80 diarios me queda uno: El Siglo de Torreón que me paga lo mismo, 500 pesos. Aunque Reforma nunca me ´peló’ así fuera amiga de Manuel Camacho Solís (1946-2015), regente de la (hoy) Ciudad de México, y creador del periódico. En este sexenio el Reforma estuvo enviándome su anzuelo hasta que contesté: ‘Si, estoy de acuerdo en colaborar con ustedes, pero a cambio de que no me quiten ni una coma’. No me volvieron a contactar”.
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