Por María Manuela de la Rosa Aguilar.
A partir del 20 de enero del 2025 la política norteamericana dará un giro para priorizar los asuntos domésticos a fin de fortalecer la economía de los EEUU. Donald Trump ya ha dejado claro que su prioridad es hacer crecer a su país para fortalecerlo y el gasto militar ya no estará encaminado a las guerras externas, donde pretende negociar un alto el fuego, sobre todo respecto a Ucrania y la guerra en Medio Oriente. Un asunto difícil no sólo en el ámbito diplomático, sino respecto a la hegemonía hemisférica, cuando de hecho la guerra se ha generalizado. Vemos a Corea del Norte involucrada en Ucrania, a Irán en Gaza, pero además con los ataques de Israel contra posiciones en Líbano y la mirada puesta en Yemen.
La guerra se ha generalizado y no hablemos de la guerra civil en Siria, que lleva más de 30 años; la guerra civil en Yemen que ha devastado al país en los nueve años de este conflicto; La guerra de Tigray, a la que se unió Eritrea y posteriormente Etiopía, una guerra regional que no ve solución; la guerra civil en Sudán; el conflicto islamista en Nigeria, que involucra a Camerún, Níger y Chad; la. guerra contra las fuerzas rebeldes en el Congo, extendida a Ruanda, Burundi y Uganda; la crisis de inseguridad en Haití, presa de las pandillas; los conflictos internos comunales en Nigeria; la guerra en Pakistán, sumida en la inseguridad por grupos terroristas, islámicos y de la delincuencia organizada, donde además opera ISIS y los talibanes, que involucra además a Afganistán; los conflictos tribales en Sudán y Sudán del Sur; los conflictos nacionalistas en Pakistán e Irán; La insurgencia en Centroáfrica, el Norte de la India, Mozambique, Tanzania, en el Cáucaso, Tailandia, Senegal, Egipto, Chad y un largo etcétera, además de a inseguridad que ha provocado el creciente poderío de los cárteles de la droga en lugares como México, Perú, Filipinas, Ecuador, y otro largo etcétera, porque el narcotráfico se ha convertido en una industria transnacional.
Este lunes comienza la reunión del G20 en Brasil, donde si bien las conclusiones están dadas, se espera que se incluyan los temas sobre el clima y la guerra, considerando que los líderes participantes representan a las principales economías del mundo que tienen el 85% del PIB mundial, pero también son responsables del 80% de las emisiones de gases de efecto invernadero, por lo que el secretario general de la ONU, Antonio Guterres pidió hagan concesiones para un cambio positivo en la agenda COP29 (Conferencia de las Partes de la Convención Marco de la ONU sobre el Cambio Climático), en donde se requieren billones de dólares para la reducción de emisiones; por su parte Brasil reafirmó que los países emergentes se niegan a contribuir a este financiamiento, que ha sido endosado al G20. El presidente Lula Da Silva ha declarado ya que insistirá en el financiamiento para acabar con la pobreza extrema y el hambre, que para él son temas más prioritarios que las guerras, con la inclusión de un impuesto global para los súper ricos.
La problemática mundial se torna cada vez más complicada con crisis irresolubles, pero además podemos ver que las intenciones globalizadoras que han cambiado el mapa del mundo en el último medio siglo, donde una política homogeneizadora ha cobrado fuerza, sin embargo con Donald Trump al frente de los destinos de Norteamérica y muy probablemente de una gran parte del globo terráqueo, transforme esta visión y se centre en un fortalecimiento de las fronteras que definen a cada nación, no sólo desde el punto de vista territorial, sino económico, pero sobre todo respecto a su cultura e idiosincrasia, aunque cuatro años es muy poco tiempo para un proyecto de esta magnitud. Y no es el único con este proyecto, el presidente argentino, Javier Milei se opone asimismo al multilateralismo.
En tanto vemos como la indefinición de fronteras, sobre todo en la UE ha traído consecuencias poco favorables para los europeos, pero sobre todo para su economía y cultura, si observamos la política de fronteras abiertas a la migración de países islámicos.
Hoy la UE ha vuelto sus ojos hacia Sudamérica con la ratificación del acuerdo UE-Mercosur, después de casi 20 años de negociaciones para importar todo tupo de productos, sobre todo agrícolas y carne dicho acuerdo comercial podría entrar en fase de aplicación provisional una vez lo ratifique el Parlamento Europeo, lo cual ha causado la indignación de los agricultores de distintos países de la Unión Europea, que llevan semanas manifestándose por la crisis que pronto podrían enfrentar, sobre todo por la competencia desleal que esto significaría, puesto que ellos son sujetos de muchas normativas para la protección del medio ambiente, de calidad y fitosanitarias, entre otras muy diversas cargas administrativas y tributarias que limitan en gran medida su competitividad, no así la calidad de sus productos; en tanto que los países del Mercosur tendrían un trato diferenciado puesto que sus normativas son demasiado laxas, lo que no sólo es un factor de gran ventaja para las importaciones de productos sudamericanos a la UE, sino que ya plantean otra clase de riesgos, sobre todo fitosanitarios que podrían afectar no sólo al mercado y la salud, sino a la producción europea por el riesgo para la producción agrícola europea, con amplia experiencia en los riesgos que corre la agricultura y la ganadería por agentes externos, esto, entre otros temas que afectarían a los productores.
Los agricultores europeos exigen cambios en las políticas nacionales y europeas y ya se están movilizando. De Alemania las protestas pasaron a Francia, donde ya se está dando bloqueos en ciudades y carreteras, lo mismo esta sucediendo en Bélgica por la competencia desleal, en España los agricultores también se están manifestando; en Polonia, donde una de las principales organizaciones agrícolas, NSZZ RI Solidarność, pidió bloquear el proyecto.
Las principales organizaciones agropecuarias de los diversos países que conforman la UE se han estado manifestando, pero la posición de sus gobiernos, con diferencias sólo de matices, han hecho caso omiso de manera inaudita, puesto que más que representantes de sus pueblos, parecieran sus opositores en aras de apoyar a productores externos de los cuatro países del Mercosur: Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, a quienes se les ha abierto la puerta para que puedan aumentar sus cuotas de entada a Europa principalmente de carne vacuna, avícola, porcina, miel y azúcar.
Cabe mencionar que una auditoría de la UE acaba de revelar deficiencias en Brasil en los procedimientos de control del cumplimiento de las normas sanitarias, según lo informó la Federación Nacional Bovina de Francia; sin embargo la Comisión Europea continúa con las negociaciones para el incremento de las importaciones de Sudamérica.
El gobierno alemán de Olaf Scholz, que busca ampliar las exportaciones industriales, a diferencia de la política que siguió en su momento Ángela Merkel, por lo que la Asociación Alemana de Agricultores ha manifestado la urgencia de renegociar un acuerdo que a todas luces pretende sustituir la producción nacional por importaciones con bajos estándares de calidad, en detrimento de los consumidores, los productores nacionales, los animales e incluso del medio ambiente.
Algunas asociaciones ya han considerado que se trata de un acuerdo contrario a los intereses europeos, lo curioso es que los gobiernos actúan a favor del mismo, inusitado, ya que como sabemos, muchos gobiernos de la UE son “socialistas”, que por su naturaleza ideológica deberían estar a favor de los interese del su pueblo.
En Italia, la principal organización agrícola, Coldiretti, ha enviado un mensaje a la primera ministra (de izquierda), Giorgia Meloni, señalando que el acuerdo tendría efectos devastadores en el sector agroalimentario.
En los Países Bajos los industriales agrícolas han señalado que los beneficios significarían una mínima parte. respecto a la exportación de quesos, pero son una amenaza para la producción avícola y láctea.
El Ministerio de Agricultura de Polonia se pronunció con reservas sobre el proyecto, ya que podría beneficiar a la industria, el transporte marítimo y algunos servicios, pero afectaría a la mayoría se sectores productivos, sobre todo de la industria agroalimentaria.
En Austria el parlamento consideró incompatible una política que restringe la producción agrícola europea, con normas cada vez más estrictas, mientras que permite lo contrario a las importaciones, sobre todo por el levantamiento de los aranceles para el Mercosur, que pondría en peligro la agricultura austriaca.
Por su parte en Irlanda los ganaderos ya protestaron ante el legislativo por un tratado que evidentemente afectará la producción interna.
A esto le agregamos la reducción de la productividad agrícola debido al exceso de regulaciones para la industria, que para el 2022 se reflejó en una caída del valor real de alrededor del 7.9% de los ingresos y una reducción de la mano de obra de 1.4%. Los precios agrícolas se elevaron en un 2%, en tanto que los insumos se redujeron en 5% y si el tratado con el Mercosur llegara a concretarse, muchos productores europeos posiblemente se arruinarían. La política globalizadora esta surtiendo efectos.
¿Qué cambios traería la llegada de Trump en el mundo? Ya anunció que fortalecerá la economía interna, reducirá drásticamente la migración irregular, buscará terminar con la guerra. ¿Marcará también la agenda europea? Veremos cuales son sus acciones en el ámbito internacional, pero seguramente la era Trump contagie al mundo, porque no es descabellado afirmar que muchos europeos buscarán una figura similar, pero tendrán que esperar hasta nuevas elecciones en el 2029.