Ricardo Del Muro / Austral
La ciudad de Nogales está dividida en dos por una alambrada. Si uno se queda de pie al lado de la valla y mira al norte, ve Nogales (Arizona), perteneciente al condado de Santa Cruz. La renta mensual de un hogar es de unos 30 mil dólares estadounidenses al año. La mayoría de los adolescentes van al instituto y la mayoría de los adultos tienen estudios secundarios; la población está relativamente sana y tiene una esperanza de vida elevada.
La vida al sur de la alambrada, a solamente unos metros de allí, es bastante distinta. A pesar de que los habitantes de Nogales (Sonora) viven en una parte relativamente próspera de México, la renta media de cualquier hogar es de alrededor de una tercera parte de la que tienen en Nogales (Arizona). La mayor parte de los adultos no poseen título de secundaria y muchos adolescentes no van al instituto, además de que la madres se preocupan por los altos índices de mortalidad y las condiciones de vida son deficientes.
La democracia es algo natural para los habitantes de Nogales (Arizona) que pueden votar para sustituir a su alcalde, mientras que los habitantes de Nogales (Sonora) viven a diario con la corrupción y la ineptitud de los políticos.
Tan cerca y, sin embargo, tan diferentes, es el título del primer capítulo del libro ¿Por qué fracasan los países?, publicado hace trece años (en 2013) y que fue la base del estudio sobre la investigación sobre “cómo se forman las instituciones y afectan la prosperidad” que les hizo ganar el Premio Nobel de Economía 2024 a Daron Acemoglu, Simon Johnson y James A. Robinson.
Afiliados al Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) y la Universidad de Chicago, estos académicos han demostrado cómo la estructura institucional de una sociedad determina su desarrollo económico, proporcionando nuevas herramientas para comprender las disparidades entre naciones.
En su trabajo los tres economistas explican por qué los países con un pobre Estado de derecho e instituciones explotadoras no generan un crecimiento sostenible. Es el caso del Nogales mexicano, como lo expuso el comité del Premio Nobel: “Pese a compartir la misma geografía, clima, muchos de los mismos ancestros y una cultura común, la vida es muy diferente a los dos lados de la frontera”.
Los premiados han documentado empíricamente, y probado formalmente, planteamientos centrales de su trabajo como que el largo periodo colonial produjo dos universos institucionales contrastantes, uno al que denominan extractivo y otro incluyente, destaca el grupo de análisis económico de Citibanamex, que en su último reporte dedicaron un artículo especial al trabajo de los economistas galardonados con el Premio Nobel.
Las instituciones extractivas se implantaron en casos como el de México y muchos otros países meridionales tropicales, donde las condiciones del entorno no era auspiciosas para los colonizadores y, en consecuencia, éstos buscaron asegurarse de extraer tanto beneficio como les fuera posible de estos lugares y sociedades.
En contraste, las instituciones incluyentes o inclusivas se gestaron en los lugares donde los colonizadores vieron condiciones para asentarse y, por consiguiente, donde buscaron generar condiciones óptimas de convivencia y desarrollo, que les ofrecieran perspectivas de prosperidad hacia el futuro.
Las primeras derivaron en la explotación rápida de grandes masas, las segundas derivaron en complejos de construcción lenta de democracia, libertades y aprecio por la productividad.
El trabajo de estos economistas – indica el artículo de Citibanamex – muestra que la democracia, la protección de la propiedad privada, regulaciones adecuadas, un sistema de tribunales y jueces políticamente autónomo, prensa libre y crítica, ciudadanos educados, críticos y emprendedores, y un entorno de apego generalizado a la ley, son todas instituciones que promueven crecimiento y prosperidad de largo plazo.
En este sentido, los analistas de Citibanamex advirtieron: “Si las conclusiones del trabajo de Acemoglu, Johnson y Robinson son generalmente correctas, el entorno institucional actual en México no lo coloca en una trayectoria propicia para el crecimiento y el desarrollo general de su población”.
En su análisis señalaron que México ha encontrado difícil sostener instituciones tendientes a la prosperidad. La trayectoria institucional de México proviene de un largo período colonial de corte predominantemente extractivo. Pero, a partir del siglo XIX, las élites económicas y diferentes liderazgos locales iniciaron una serie de esfuerzos por establecer su independencia. Esos esfuerzos han tenido distintos grados de éxito según la dimensión que se analice.
Destacaron que hay dos periodos relevantes de entorno institucional en México: el de la evolución de un régimen de partido dominante (PRI) durante buena parte del siglo XX, y el proceso de transición democrática iniciado a mediados de los años 70 de ese siglo, y que avanzaba hasta hace algunos años.
Apoyándose en los indicadores de gobernanza del Banco Mundial, los analistas de Citibanamex señalaron que México éstos indicadores se han deteriorado durante los últimos quince años, con niveles y dinámicas especialmente negativas en los casos de control de la corrupción y Estado de Derecho.
La estabilidad política se desdibujó significativamente hacia finales del primer gobierno de alternancia a manos de la violencia extrema característica del crimen organizado y de la falta de aceptación de las reglas por parte de la oposición electoral. La población que había generado altas expectativas respecto a los resultados económicos que traería la alternancia se desencantó aceleradamente.
En consecuencia, el enojo y el desencanto social produjeron una alternativa populista en 2018 y, en los últimos años se advierte un deterioro consistente de todos los indicadores de gobernanza del Banco Mundial, excepto en el de estabilidad política. La desarticulación y erosión de la oposición y el debilitamiento de las instituciones democráticas han ayudado a fortalecer la legitimidad del actual gobierno. RDM