Magno Garcimarrero
Observo que la vieja amenaza de: “Te mataré como un perro”, ha caído en la más notable obsolescencia, porque ahora, las leyes proteccionistas de los animales, más la comprensión y amor hacia las mascotas que nos acompañan domésticamente, han logrado que nuestros perros y gatos, gocen del privilegio de una muerte asistida, con la piadosa ayuda de veterinario facultado para poner fin al sufrimiento terminal, y con las sustancias letales autorizadas y dosificadas profesionalmente para cumplir con ese triste, aunque necesario propósito.
En cambio, los ciudadanos mexicanos seguimos en la necedad de tener el sufrimiento final como redención de culpas, nuestra vida como prestada, y la ayuda a bien morir como delito. ¡Estamos jodidos!
Ojalá que al nuevo Congreso de la Unión se le prenda el foco, y apruebe el derecho a la muerte digna (humana) que, ya duerme desde hace varios años en los archivos camarales.
M.G.