El próximo lunes 26 de agosto, la presidenta electa Claudia Sheinbaum anunciará al nuevo titular de Petróleos Mexicanos (Pemex), una decisión que podría tener implicaciones multimillonarias para la empresa estatal y el país. Ya sea que Octavio Romero Oropeza mantenga su puesto o se nombre a un nuevo director, el futuro de Pemex podría estar vinculado a una lucrativa oportunidad en el creciente negocio del Gas Natural Licuado (LNG, por sus siglas en inglés).
El LNG se ha convertido en un producto codiciado en el mercado energético global, especialmente en regiones como California, donde la demanda de energía limpia y confiable es alta. Sin embargo, este prometedor negocio ha sido explotado, hasta ahora, por la empresa estadounidense New Fortress Energy, que opera una plataforma marina flotante cerca de las costas de Tamaulipas. Desde ahí, recibe gas natural, lo licúa y lo exporta a través del Canal de Panamá hacia las costas de las Californias en México y Estados Unidos.
En un reciente artículo, el periodista Jonathan Ruíz Torre destacó que Pemex podría beneficiarse enormemente si lograra vender gas a esta empresa estadounidense. «Hay miles de millones de pesos en juego», señaló Ruíz Torre, pero añadió con pesimismo: “Sin embargo, Pemex no tiene”.
La afirmación de Ruíz Torre se refiere a la realidad actual de la producción de gas natural en México. A pesar de las vastas reservas del país, Pemex produce apenas 4,653 millones de pies cúbicos diarios, y la mayor parte de este gas se destina al uso interno de la propia empresa y a la Comisión Federal de Electricidad (CFE). En contraste, Texas, donde se practica el fracking, produce unos impresionantes 36,260 millones de pies cúbicos diarios.
El negocio del LNG es simple en teoría, pero complejo en su ejecución. Se extrae gas natural del subsuelo, se enfría a temperaturas extremadamente bajas para convertirlo en líquido, y luego se transporta en buques especializados a regiones que carecen de infraestructura para recibir gas natural en su estado gaseoso. El LNG es especialmente atractivo porque permite transportar grandes volúmenes de energía a largas distancias y a precios competitivos.
A pesar de las ventajas económicas y estratégicas, Pemex ha mostrado poco interés en desarrollar este mercado. Una de las razones principales es el bajo costo del gas natural, lo que ha llevado a la empresa a priorizar otras áreas de negocio. Sin embargo, con la creciente demanda global y los avances tecnológicos, el LNG representa una oportunidad que podría transformar a Pemex y su posición en el mercado energético internacional.
El próximo titular de Pemex enfrentará la decisión de si continuar con el modelo actual de producción y consumo interno o aprovechar las oportunidades que ofrece el mercado global de LNG. Este negocio no solo podría traer ingresos significativos, sino también posicionar a México como un jugador clave en la transición energética global.
Con información de El Financiero
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