Muelle 1
Carlos Alberto Duayhe Villaseñor
Nunca está de más referir el enorme desafío que implica vivir no solamente sobre la tierra sino de la misma en un medio ambiente cuidado y claridad en protección a la naturaleza.
Advertidas están la mayor parte de las naciones y las sociedades de la relevancia de cambiar inercias de destrucción y contaminantes, por parte de organismos internacionales, universidades e institutos, incluso gobiernos de muchos países.
México no es la excepción.
Ante los urgentes equilibrios entre los ecosistemas y el desarrollo (educación; salud; infraestructura; economía primaria, secundaria, terciaria) ya entrado el siglo XXI, mucho queda por hacer.
México cuenta con una superficie continental de 195 millones de hectáreas, dividas en 32 estados, de las cuales un estimado de 65 millones (33 por ciento) están consideradas de bosques y selvas; el resto, zonas de desierto.
Ahora bien, en el sureste del país (desde Veracruz, Tabasco, Chiapas, Campeche, Yucatán y Quintana Roo) se calculaban 2 millones de hectáreas de bosques y selvas registradas hace unas cuatro décadas.
De ese total y por la deforestación hacia la ganadería o la devastación de maderas, quedan menos de medio millón y de esta cantidad restna en Chiapas, Campeche, Yucatán y Quintana Roo, solamente unas 250 mil que es indispensable cuidar.
Conservar lo que queda de las selvas mexicanas es en realidad un compromiso político y social inalienable, pues se trata esencialmente de respetar a las comunidades indígenas y mestizas que las habitan de tal forma que, más que destruir, puedan vivir con y de la selva.
El asunto no es menor, pues se trata, del segundo pulmón de oxigeno del planeta luego de lo que queda también de la selva del amazonas en Sudamérica, de ese tamaño la importancia.
Recuerdo en Poza Rica, Veracruz, una conversación con dos empresarios, uno de los cuales poseía o posee un aserradero en Campeche, cerca de Escárcega, quien la verdad ostentaba una gran prosperidad. Al preguntarle si aserraba de acuerdo con un plan paralelo de reforestaciones, solamente sonrió –sonrieron- y dijo que aserraba, no reforestaba.
También un encuentro, la verdad casual, con la maestra Julia Carabias Lilo, investigadora de la Universidad Nacional Autónoma de México y reconocida internacionalmente no sólo por sus investigaciones sino por su trabajo en campo en planes de educación, capacitación, orientación, en la selva Lacandona.
Fue en el poblado de Quiringuicharo, Marqués de Comillas, en plena selva Lacandona, a orillas del precioso y limpio aún río Lacantún. El pueblo se llama así porque la mayor parte de sus habitantes –no más de dos mil- son originarios de Michoacán, quienes fueron dotados desde tiempos del sexenio de Echeverría hasta con ocho hectáreas de terreno por familia, con tal de poblar ciertas zonas chiapanecas.
La maestra Carabias llegó con un grupo de biólogos universitarios e incluso de otras disciplinas, en donde llevaban a cabo un programa de aprovechamiento racional de las selvas, de donde podían obtener recursos y alimentos, sin devastar las superficies, así como capacitación a mujeres y entretenimiento a niños.
El calor a más de 35 grados Celsius y junto a la belleza del río Lacantún, la reunión con lugareños y las autoridades educativas de salud y municipales, fue inaugurar un Centro de Salud. Un programa integral que daba ya sus resultados.
Noté el aprecio de mujeres y hombres por la maestra Carabias y luego de una entrevista relativa al aprovechamiento racional y la relevancia mundial de preservar, hubo una comida con antojitos de Michoacán, luego una comida vegetariana en honor a ella y hasta un borrego de final, no sin antes escuchar los nombres, uno por uno, de los 123 fundadores de Quiringuicharo.
Al regresar a Palenque un compañero me preguntó que a dónde había ido; luego de referirle solamente me dijo: oiga, esa es tierra, junto con el municipio de Benemérito de la Américas, frontera con Guatemala, de no pocos integrantes de ya sabe quiénes, le recomiendo, en serio, que no vuelva a ir, se lo digo porque soy de Benemérito. A saber.
Julia Carabias, quien fuera secretaria de Medio Ambiente, Recursos Naturales y Pesca en el gobierno de Ernesto Zedillo, ha insistido que la conservación y aprovechamiento racional de la naturaleza no sólo es una obligación del Estado, sino participación y capacitación de la sociedad en torno a la investigación científica.
Ojalá y no hay que olvidar que la maestra Carabias estuvo en 2014 atada con cadenas a un árbol en la selva Lacandona, durante dos días, nunca supo de dónde vino ese atentado a su persona, cuando ha trabajado allá más de 20 años en favor de esas comunidades.
Atraques
1. El juicio en la corte de Nueva York a Genaro García Luna, exsecretario de Seguridad Pública, concluye esta semana. Las intervenciones entre hoy lunes y el miércoles, serán determinantes de la decisión del jurado de 12 personas de inocencia o culpabilidad de cargos en Estados Unidos.
2. En la sexta reunión Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (Celac) celebrada en septiembre de 2021 en México, hubo 44 largos puntos de acuerdo signados por presidentes, ministros y secretarios de 31 naciones asistentes, sin que a la fecha se sepa qué fue, como dicen en Coatzacoalcos, Veracruz.
3. La jefa de gobierno de la Ciudad de México ha dejado las giras de fin de semana por todo el país y está muy atenta a lo que ocurre en la gran urbe de la Ciudad de México, por aquello de que no la vayan a comer el mandado, pues ahora sí, no hay vuelta atrás, la competencia más que reñida de los morenistas hacia el 2024.