Héctor Calderón Hallal
La actitud asumida por la presidenta Claudia Sheinbaum el día de ayer jueves 24 de octubre, cuando materialmente subestimó la inteligencia de la sociedad mexicana al pretender “legitimar” su franco desacato a lo dispuesto por la jueza Nancy Juárez, titular del juzgado décimo noveno con asiento en Veracruz, en el sentido de cancelar la publicación de lo “aprobado” por el Congreso de la Unión en el ámbito de la pretendida reforma al Poder Judicial Federal, específicamente en torno a sus formalidades electivas, se asemeja más a lo que hizo el pretor Romano para la región de Galilea en el año 33 de nuestra era, el célebre romano oriundo de la Hispania Ulterior, la parte más occidental del imperio… el inefable Poncio Pilatos.
Nuestra presidenta (con “a”) se lavó las manos -y no precisamente en agua sucia como Reyes Heroles lo pontificó- sino a la manera de Pilatos, cuando simuló ser “obediente” de la esfera de competencia de los otros poderes y solicitó, por medio de la Consejería Jurídica de la Presidencia de la República “una consulta entre legisladores, para determinar si ella, depositaria del Poder Ejecutivo Federal, tenía facultades o no para cancelar lo publicado en el Diario Oficial de la Federación (DOF) sobre la reforma al Poder Judicial Federal y, consecuentemente, despojar al aviso de su legalidad y en la misma medida a lo dispuesto por el Legislativo”.
Y sucedió…por supuesto… lo que se esperaba; todos los legisladores de Morena y rémoras, aplicaron una aplastante mayoría, en modo “lambiscón”, por demás pueril, patético, pronunciándose que no era posible que una “simple jueza de distrito, le impidiera publicar en el DOF algo a la titular del Ejecutivo.»
¡Inaudito!… Esto sí podría considerarse como el epitafio de una República con división de poderes. Nunca había sucedido. En ninguna democracia del mundo, además… en los propios Estados Unidos, país al que ponderan tanto cuando les conviene a los de la 4 T… un Juez es capaz de parar una orden dada por el presidente de los Estados Unidos. Aún después de decretado legal.
Esta actitud se asemeja a un auténtico embate de autoritarismo y afán de aplastar al gobernado, con una sentencia no lo suficientemente reflexionada…sopesada, expresada bajo un impulso aparentemente prevaricador.
Dicho sea, con todo respeto para la gran y honorable comunidad judía de México y del mundo, digna de la admiración del suscrito, por la grandeza de sus principios y por sus aportaciones a la humanidad a lo largo de su historia… esta actitud asumida por la mandataria mexicana, se asemeja a aquella forma en que Pilatos, después de “lavarse las manos en público” sobre el histórico y sagrado juicio a Jesús de Nazareth (digamos una forma de reservar para Archivo la carpeta, dijeran ahora, al no encontrar delitos contra Roma y sus leyes)… traslada a la justicia local de Judea el asunto (que no era un simple tribunal de barandilla, sino un tribunal dotado de jurisdicción civil, penal y religiosa) que era llamado el “Sanedrín” o Consejo Supremo Judío.
En aquel entonces, debido a la presión de la turbamulta que estaba influenciada por los fariseos y enemigos de Jesús, quienes en todo momento pidieron el peor de los castigos para el nazareno; pero además malinfluenciados por el Rey Herodes, presionados pues, los integrantes del Sanedrín se pronunciaron en una sentencia implacable para el hijo del carpintero, decretándole el peor de los tormentos de la época, la croce romana, que en realidad era un tormento de origen persa.
Sí, puede admitirse que la sentencia fue excesiva…que se equivocaron los sabios judíos, al decretarle la muerte en la cruz a Jesús y al liberar a Barrabás, un probado malhechor de la época; sí pudieron haberse equivocado al juzgar así al Galileo los sabios integrantes del Sanedrín…a final de cuentas humanos, falibles.
El tema es que, siendo las determinaciones de aquel tribunal local, más vinculadas a lo religioso, pero… atención, también a lo popular, se puede ubicar como una de las formas más antiguas de justicia popular.
Algo que definitivamente no tiene cabida en el Derecho contemporáneo. Para eso hay dos mil años de evolución… ¡Por favor!
No es posible, que deliberadamente Claudia Sheinbaum y sus panegíricos como el presidente de la mesa directiva del Senado actual, Gerardo Fernández Noroña… y también Adán Augusto el presidente de la Jucopo senatorial y Ricardo Monreal de la Jucopo en San Lázaro, de manera deliberada y hasta burda, se estén escudando en su “muy justificable mayoría”.
Que por cierto, debería darles vergüenza por la forma en que la han obtenido siempre, haciendo uso de todos los recursos financieros, materiales y humanos del Gobierno para lograrlo…aun en el caso que hubiese sido legítimamente conseguida esa “mayoría exterminadora” en la que se escudan para hacer lo que les venga en gana -que, se insiste, no ha sido nunca legítima ni legal– aun así, se reitera, un Estado democrático no tiene como fundamento el que solo se haga la voluntad mayoritariamente, sin escuchar las voces de las minorías… ese ha sido el sentido de toda apertura en cualquier Nación del mundo… y ese fue el sentido de la apertura que, a partir de los años sesenta y consolidada en 1977, en México fue posible que a partir de entonces, muchos exguerrilleros y activistas políticos clandestinos, que hoy son autoridad en muchos casos y hasta “vacas sagradas” morenistas, pudieran llegar a ser legisladores e hicieran valer la voz de los grupos a los que representaban, siempre minoritarios entonces.
Así que Claudia Sheinbaum y su gobierno están haciendo todo lo que hacen -dicho en su propia voz- porque obtuvieron 36 millones de votos “y el pueblo les mandó a hacer” todo este tiradero que traen.
No ciudadana presidenta… perdone usted pero, los otros noventa y seis millones de votos, de la gente que no votamos por ustedes, no somos precisamente una minoría…. Incluso, ese 44% del padrón electoral, correspondiente a la votación obtenida por partidos diferentes a Morena, PT y PVEM… no es una minoría despreciable… es una gran minoría y debe de ser escuchada y tomada en cuenta. No es posible que no respeten y que quieran “despacharse con la cuchara grande” en su afán reformista, haciéndole daño a la Nación.
Ultimadamente, los que no estamos de acuerdo con su forma de gobernar, podemos y debemos ya… sin contratiempo alguno, empezar a voltear a los fundamentos del derecho de minorías, para confeccionar un nuevo discurso y nuevas acciones proselitistas.
El derecho de minorías está configurado por la Declaración de la ONU sobre los Derechos de las Personas Pertenecientes a Minorías en los Asuntos Públicos de una Nación adoptada en 1992 y, su observancia está considerada como esencial para preservar su identidad y luchar contra la exclusión de grupo o individuo alguno de la sociedad.
Pero que no intenten los “oficialistas” torcer tramposamente la interpretación del concepto minorías, arguyendo conveniente que solo son minorías las de carácter religioso o étnico… de ninguna manera.
La Organización de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (OHCHR), sentencia que la discriminación por opinión política es una de las causas que pueden llevar a que una persona sea tratada de manera inferior a otras. La ley debe prohibir toda discriminación y garantizar que todas las personas tengan protección igual y efectiva contra cualquier tipo de discriminación.
Y, por si fuera poco, el artículo 1 de la Declaración Universal de Derechos Humanos, establece que la ausencia de discriminación es lo que garantiza la igualdad de derechos.
Así que, ni la justicia popular ha sido justa siempre… ni todo está dicho en el juicio de la historia.
Y la primera idea que surge ante este nuevo panorama de confrontación ideológica dictado desde la mismísima Presidencia de la República, es que: En todo sistema democrático, plural, la más robusta de las mayorías, debe ser integrada por todas las minorías, sin excepción.
¡Consumatum est!
Autor: Héctor Calderón Hallal
@CalderonHalla1;
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