Con el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca, defensores de derechos humanos y organizaciones pro inmigrantes han lanzado una alerta sobre el posible resurgimiento de políticas crueles, incluyendo la separación forzada de niños de sus familias.
Esta práctica, que fue calificada como tortura por Human Rights Watch, podría implementarse nuevamente bajo el nuevo gobierno.
La sombra de la política de «tolerancia cero»
Durante su primer mandato, Trump implementó la controvertida política de «tolerancia cero», que resultó en la separación de más de 4,600 niños de sus padres.
Según un informe conjunto de Human Rights Watch, el Texas Civil Rights Project, y la Lowenstein International Human Rights Clinic de la Universidad de Yale, 1,360 de estos menores aún no han logrado reunirse con sus familias y permanecen en paradero desconocido.
El informe detalla cómo las autoridades a menudo ocultaban a los padres el paradero de sus hijos, lo que constituye un delito según la ley internacional.
“Las separaciones forzadas podrían haber resultado en tortura”, señala el documento. La intención detrás de estas políticas era clara: castigar a los padres para disuadirlos de buscar asilo en Estados Unidos.
Un regreso a las viejas prácticas
Trump ha nombrado a dos arquitectos clave de su política anterior para regresar a su administración: Stephen Miller, quien será subjefe del gabinete, y Tom Homan, designado como “zar fronterizo”. Ambos son conocidos por su papel en la implementación de medidas que llevaron a la separación familiar durante su primer mandato.
Miller y Homan han prometido llevar a cabo «la operación de deportación más grande en la historia estadounidense», lo que ha generado temores sobre una nueva ola de separaciones familiares.
La política que prohíbe detener a inmigrantes en «áreas protegidas» como escuelas y hospitales también está en riesgo, lo que podría llevar a detenciones en lugares considerados refugios.
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